miércoles, 13 de abril de 2016

La II República o la ética: el recuerdo que no cesa

Pese a la demoledora propaganda emitida durante cuarenta años por quienes asesinaron al régimen constitucional nacido el 14 de abril de 1931 sin que mediasen disparos, ni pronunciamientos, ni motines, en medio de una inmensa fiesta –la fiesta de la esperanza- que recorrió el país de punta a punta; pese a la represión extrema llevada a cabo por los despiadados golpistas que traicionaron sus juramentos para montar a sangre y fuego una dictadura nacional-católica al servicio de las oligarquías más rancias, ignorantes y egoístas del mundo; pese a los séudo-historiadores revisionistas que, jaleados por la prensa prehistórica, han continuado durante todos estos años con la misma empresa que iniciaron Joaquín Arrarás, Manuel Aznar, Mauricio Carlavilla o Eduardo Comín Colomer, la empresa de la mentira, la difamación, la calumnia y el escarnio, la Segunda República sigue estando viva, ilusionantemente viva en el imaginario colectivo de muchos de quienes habitamos este país expoliado y humillado por décadas de gobiernos contra el pueblo. En pocos países del mundo, tras haber pasado ochenta y cinco años de la instauración de un régimen político, se sigue rememorando, añorando, soñando con unos días remotos en los que un pueblo harto de política despótica decidió deshacerse de las herrumbres del pasado para tomar las riendas de su propio destino.

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